Vida hogareña de Marilynne Robinson



"Es la soledad -dijo-. La soledad perturba a mucha gente".

Todas las integrantes coincidieron en que es un libro oscuro y triste, marcado en todo momento por el agua; el agua en el río, el agua en las inundaciones, el agua en el lago, el agua como vía de escape a través de una pequeña barcaza semiruinosa. El agua lo abarca todo, un agua que proporciona a la lectura un tono turbio desde el principio hasta el final.

Básicamente es la historia de una familia durante dos generaciones marcada por una desgracia que, a unas personas les marca y delimita su futuro, y a otras las despierta para poder avanzar. Es una novela muy femenina, no feminista, con unos personajes muy elaborados y con objetivos y planteamientos de vida muy claros, a excepción de las dos hermanas pequeñas, Ruth y Lucille, que tomarán caminos muy diferentes. Dos niñas que, tras la muerte de su madre, se ven obligadas a vivir con su abuela, y que a la muerte de esta última se ven obligadas a vivir con sus tías abuelas, y que, ante la incapacidad de estas de poder cuidar a dos niñas, hacen que una de las hermanas de su madre, la tía de las niñas, algo especial en su manera de vivir, aparezca en el pueblo para definitivamente intentar hacerse cargo de dos pre adolescentes.

La narración es melódica, una pura explosión sensorial en todo momento, tanto que, en algunos pasajes no se sabe si lo que narra es verdad o ensoñación, lo que sí está claro es, que entre vaivenes, el relato no pierde ni un ápice de ligereza, un símil con la vida de esas niñas que anhelan pertenecer, anhelan identidad, y desean deshacerse de una soledad que creemos que les acompañará durante toda la vida.

Emplazamos la siguiente reunión con la lectura de Manuel Rivas y su libro El lápiz del carpintero.


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