El club “Manantial” comenta “Almas grises” de Philippe Claudel
“Desde entonces, no ha pasado un solo día en que no
haya lamentado ese beso que no le di”.
La novela que comentamos el
pasado martes nos dio pie, entre otras cosas, para discutir sobre la condición humana, no
encontramos almas blancas en esta novela, “el gris es el tono dominante, pero
no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía,
sino el gris en el que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de
certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma el peso rotundo de la
duda”.
Tal vez la única alma blanca
era la de Belle de Jour, la pequeña asesinada, un pequeño cuerpo de diez años
empapado de agua, un hallazgo con el que se inicia la novela.
Comentaba una lectora de este
club que es tal la habilidad de Claudel
para ir despertando la intriga del lector con diferentes tramas, que conforme
iba avanzando en la novela llegó a perder el interés por averiguar quién era el
asesino de la niña ante el despliegue de nuevas historias y personajes que van
desvelando sus secretos.
Iniciamos la reunión leyendo
los comentarios que nos habían enviado
Beli y José Manuel, ambos coincidían en que habían leído un buen libro
“el autor ha pincelado todas las gamas de grises, de miserias, de soledades, de
vacíos que el ser humano pueda albergar. Ha habido momentos, donde una frase
bien medida y colocada me ha hecho estremecer el alma”
José Manuel nos introduce con
sus comentarios en dos figuras muy importantes en la narración, el policía,
quien es a la vez el narrador y uno de los personajes, y Destinat, el fiscal, Isabel nos lee uno de
sus pasajes favoritos, cuando el fiscal permanece inmóvil como una estatua
contemplando el paisaje y casi deteniendo el tiempo. Respecto a los personajes, alguien comenta la importancia de los nombres
y apellidos de cada uno de ellos, ya que
aportan información sobre las características de la personalidad de cada uno y
cómo el narrador permanece en el anonimato y no llegamos nunca a saber su
nombre. Uno de los personajes que más nos ha fascinado ha sido Josephine, la
vieja traficante de pieles, su apariencia externa contrasta con la pulcritud de
su vivienda, al contrario que el maestro Fracasse que enloqueció y dejó su casa
llena de inmundicia.
Luego están los malvados, los
malos malísimos como el juez Mierck “un cerdo con traje” o el militar Matziev,
ambos son partícipes de la tortura de los dos desertores, una de las escenas
del libro que más nos impresionó.
Conforme va avanzando la
novela se van descubriendo distintas facetas de la personalidad de los personajes principales y vamos avanzando
descubriendo sus secretos como quien entra en casa ajena, abre cajones y lee
cartas que no le pertenecen “cuando hice girar la llave en la gran puerta, tuve
la sensación de estar abriendo el sobre que contenía el delgado papel en el que
toda la verdad estaba escrita en pálidas letras desde siempre”.
Llegados al punto de comentar
la figura del narrador, surgen las discrepancias, - el narrador es un miserable-
comenta una lectora, ¿cómo pudo asesinar a su propio hijo? Al final era él
quien ocultaba el mayor secreto.-
Otras lectoras sienten
compasión de su tristeza, pero dos personas del grupo muestran su rechazo no
sólo al narrador, sino a la novela: -Es un tristón, comenta Curro, no se pueden
narrar las historias con tanta tristeza, va de desgracia en desgracia, el autor
seguro que también andaba en un momento gris en su vida cuando escribió esto-
La coordinadora habla de la
belleza, una historia puede ser triste sin que deje de ser enormemente hermosa,
considera que el autor ha hecho uso de
recursos lingüísticos que nos elevan a un plano de obra maestra: adjetivos,
descripciones, reflexiones sobre la vida encerradas en frases dignas de antología.
También se habla de la
importancia del contexto, una pequeña
aldea rural aislada, situada al norte de
una Francia en plena primera guerra mundial: destrucción, heridos, dolor y
muerte en un pueblo triste que se sustenta gracias a la única fábrica existente.
Comenta la coordinadora que
seguramente nos volveremos a acordar de “almas grises” cuando comentemos “14”
de Echenoz.
Concluimos la reunión leyendo
algunos párrafos cortos de la novela y con las primeras páginas de “Ceniza” de
la autora islandesa Yrsa SigurdarDóttir que
comentaremos el 10 de noviembre.
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