Cosas de niños en un mundo adulto
En el último mes, los integrantes del Club de Lectura Los
Rolirepa han experimentado un viaje literario con paradas en el juicio final, el paraíso y el infierno a
través de la mirada de Arcadio, el niño protagonista de Mientras tuvimos alas,
la segunda novela del escritor onubense
Juan Cobos Wilkins que comentaron el pasado día 8 de marzo.
Toda una experiencia muy satisfactoria, de manera
general, para los asistentes al
encuentro, quienes confesaron haber disfrutado con su lectura, a pesar de
tratarse de un regalo de la literatura
envenenado. Ya que, por una parte, embelesa su prosa poética, con un estilo muy
depurado y elegante, pero, por otra, resulta complejo el seguimiento del hilo
argumental del libro al carecer, quizás, de éste, apostando por reflexiones
inconexas y que nos llevan de una a otra parte.
Las historias de Arcadio no han dejado indiferentes a ‘Los
Roli’, algunos de los cuales se han traslado a su infancia con la lectura de
Mientras tuvimos alas, ya que, de la misma generación que el autor, se han
identificado con las referencias a aquella época. Una alusión temporal muy
curiosa, ya que no se dan fechas aparentes del momento en el que transcurre el
relato, ese verano tan importante en la vida de este niño con un soplo en el
corazón y los ojos de diferente color, pero lo contextualizas por importantes acontecimientos
históricos. La llegada del hombre a la luna o la muerte del general Franco.
Juan Cobos ha logrado, siendo una tarea difícil, que el
personaje de Arcadio se muestre como el niño que es entre las páginas de esta
novela. No teniendo la sensación, como ocurre en la mayoría de libros
protagonizados por menores, que parece que son adultos los que hablan por boca
de los niños protagonistas. Es más, en la estructura de la novela, las
historias o anécdotas de Arcadio van de uno a otro lado, como los pensamientos
de un chico de su edad, a salto de mata.
Mientras tuvimos alas habla de esa etapa en la vida de un
niño en la que parece tomar contacto, su primera experiencia, con el mundo
adulto, con la vida real, a pesar de vivir entre algodones como hijo único en
el seno de una familia acomodada. Una iniciación marcada, como no podía ser de
otra forma por el deseo y la muerte, dos aspectos muy presentes en la vida del
ser humano. Como lo es también la soledad, muy bien abordada en unos
personajes, como se comentó en la reunión, que a pesar de no estarlos, en el
sentido estricto de la palabra, parecían vivir en soledad.
Una sucesión de personajes muy bien marcados o definidos,
muy peculiares, entre los que llamaron mucho la atención la figura del Padrino,
por su ambigüedad, las tías abuela, por lo humorístico de sus perfiles, o, por
ser tan enigmáticas, la mujer contadora
de olas y la prima Laura
Llewelyn, desaparecida en su infancia de manera extraña.
Mientras tuvimos alas será uno de esos libros que, aunque en
una primera lectura no calan en
profundidad, dejan su huella en los que
se sumergen en su lectura. Que no pasa desapercibido, aunque, al cerrarlo, tras
la lectura, te queda la sensación de que sólo son cosas de niños en un mundo de
adultos.
Fran Ricardo (coordinador)
Comentarios