El club “Manantial” comenta “Y eso fue lo que pasó” de Natalia Ginzburg
“Había dejado que
muriera todo lo que no tenía que ver con él”
La
autora confiesa en una nota a la edición de esta novela que se sentía infeliz
cuando la escribió, sin ganas de pelear ni combatir: Algunas personas, cuando han leído esta historia, me han llegado a
decir: “Si hubieses sido más feliz, habrías escrito una historia más bella”
Efectivamente,
no nos hemos enfrentado a una historia
que nos llene de bellas emociones, ni a personajes a los que hayamos cogido
cariño. En esta ocasión hemos tenido en casa un pequeño libro de apenas cien
páginas que encerraba una historia desgarradora desde la primera página- le pegué un tiro entre los ojos- y que
continúa con la confesión, sin comas, en
primera persona de la protagonista, una mujer sin nombre.
Esa
mujer sin nombre podría vivir hoy aquí en nuestra ciudad, comenta una lectora
del club, la historia es atemporal y tan
simple como: mujer sueña con casarse como vía de escape a una vida monótona y
aburrida, conoce al hombre inadecuado y
proyecta en él sus ilusiones que se ven defraudadas.
La
novela dio mucho juego a comentarios sobre la trama psicológica que acompaña la
evolución del personaje femenino: su carácter, las fantasías, los miedos, la
angustia, los celos, la forma de enamorarse, los sentimientos hacia su hija,
sus ilusiones, la soledad, incluso su enfermedad, ya que algunos lectores
manifestaron que nuestra protagonista se veía afectada por algún tipo de
trastorno psicológico.
Analizamos
también a los otros personajes, Alberto,
un marido difícil de clasificar: ¿frio, maltratador psicológico, un hombre sin
curtir, egoísta, poco atractivo?, Francesca,
prima de la protagonista y su antítesis, no quería casarse, no quería hijos,
había tenido varios amantes.
Giovanna, la mujer de la que Alberto se confesaba
enamorado, un personaje que aparece
poco y cuya sombra está omnipresente en la historia.
Pero
en lo que básicamente se centra el grupo es en la relación de pareja de los personajes
centrales y en analizar los comportamientos de ambos.
-Él
no era malo, comentaba alguien, simplemente no estaba enamorado de ella y no le
ocultó que amaba a otra, pero ¿realmente amaba a la otra?
Curro
simplifica la trama: - Si te han dicho ochenta mil veces “no te quiero”, ¿Qué
haces ahí?-
-¿Podemos
hablar de infidelidad si desde el principio se han puesto claras las cosas?-
-
¿Nos da a entender la autora que al final de la historia la protagonista se suicida?
-
¿Perjudicó a la protagonista su mente dada a recrearse en las fantasías?-
-
¿Estaba loca?-
-
¿Porqué lo mató?
Estas
y otras muchas preguntas fueron surgiendo a lo largo de la tarde, que concluyó
con la lectura de un hermoso texto en nuestro cuaderno viajero que hablaba de
oscuridad, de traición y de desencanto y que defendía que las mujeres
ciertamente siempre esperan muchas cosas, pero nunca la infidelidad.
Despedimos
la tarde con la entrega del libro que será comentado en enero: La
habitación de Nona de Cristina Fernández Cuba.
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