Rialto, 11




 El club de lectura Zenobia se reúne para comentar la novela Rialto, 11 de Belén Rubiano recordando con nostalgia  las antiguas librerías de Sevilla: Antonio Machado, Padilla, la Roldana, Vértice, Tarsis,  Beta, Palas, entre otras,  y por supuesto Fulmen, regentada por María González  Méndez- Núñez, cuya sobrina forma parte de este club de lectura y comparte con todos anécdotas y aventuras de esta librera pionera en Sevilla digna también de ser protagonista de otra novela.

Al hilo de las experiencias que narra la autora sobre sus primeras lectura y cómo aprendió a leer, los miembros del club van desgranando uno a uno sus recuerdos en una España en donde los libros escaseaban o simplemente no existían en la mayoría de las casas:

“Tenía quince años cuando leí El idiota de Dostoievski, lo compré con mi primer sueldo”

“En mi casa no había libros, nos pusimos de acuerdo un grupo de amigas para poner cada semana algo de dinero y poder comprar entre todas un libro que luego compartíamos, los libros que íbamos comprando se guardaban en la casa de la que vivía en la plaza del pueblo”

“Yo vivía en una pequeña aldea gallega, los primeros libros que vi estaban en la escuela, eran la enciclopedia Álvarez y un manuscrito, tenía doce años cuando vi el primer periódico. Luego nos fuimos a Barcelona y allí alquilaba los libros en un quiosco, mi primer libro fue El prisionero de Zenda”

“En mi casa sí había muchos libros, recuerdo una enciclopedia ilustrada editada en Chile, en ella aprendí mucha mitología. Con nueve años cayó en mis manos un ejemplar de La Codorniz, me puse a leerlo y me riñeron, yo no entendía por qué.”

“Recuerdo a mi madre riñéndole a mi padre por leer en la mesa, mi padre compraba los libros por correo y uno de los primeros libros que me regaló se llamaba Patucho y yo. Más tarde me aficioné a los tebeos, después de leerlos los vendíamos.”

“Me acuerdo de la Historia Sagrada que me regalaron en mi primera comunión y sobre todo de un lote de libros que me tocó enviando el envoltorio de un chicle Bazooka, eran tres libros de Julio Verne”

“Lo primero que leí eran los cancioneros de Raphael que le cogía a mi hermana, aprendí sus canciones de memoria. También me leía las novelas del Oeste de mis hermanos mayores”

“Me aficioné a la lectura gracias a un tío que me leía libros porque en el colegio solo leíamos la enciclopedia y libros de santos. En cuanto a mis primeros libros: Mujercitas y Platero y yo.”

“Mi padre era cantaor de flamenco, en mi casa no había libros, pero en el colegio memorizábamos poesías, con seis años recité una en mi primera comunión, siempre me ha gustado leer para los demás”

“Nosotras leíamos las aventuras de los cinco, los tebeos y libros de Bruguera y  los cuentos de hadas”.

Tras este enriquecedor preámbulo comentamos sobre todo las causas del fracaso de la librería Rialto coincidiendo todas en una serie de circunstancias: Lugar, tiempo, circunstancias, carácter romántico y poco comercial de la dueña – si hubiera puesto una pastelería también habría fracasado, comentó alguien-.

Para terminar Aurora nos leyó el cuaderno viajero en el que ha dejado plasmada una crónica de la trayectoria de estos veinte años del club Zenobia, haciendo mención especial a las compañeras que han fallecido: Puri y Bienvenida  y a los momentos compartidos en los viajes a Portimao y París, el encuentro de clubes en Utrera, la excursión a la Sevilla islámica con el autor Teo Palacios y el cuentacuentos en la ermita de Cuarto. Muchas gracias.

M. Carmen Gómez Valera (Coordinadora)

 

 

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