Manantial y SEDA
“Son personas que contemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra a contemplar un día de lluvia”
-Parece simple pero no lo es- decía uno de los lectores del grupo “Manantial” a propósito de “Seda”, novela corta o historia de Alessandro Baricco, comentada por el grupo el pasado martes 31 de enero.
El libro gustó a la mayoría, aunque también alguien comentó que era “tan tremendamente metafórico que le costaba entenderlo”.
Otros, en cambio, hablaban de “un cuento maravilloso perfectamente orquestado”.
En lo que todos coincidimos fue en la capacidad del relato para dejar puertas abiertas a la imaginación sobre todo en lo referente a ese personaje femenino “mitad mujer, mitad animal de compañía” de quien queda obsesivamente prendado Hervé Joncour.
Los temas universales afloraron en el debate:
Amor
Enamoramiento
Infidelidad
Pasión
Engaño
Idealización
Deseo
Sacrificio
Renuncia
Arrepentimiento
Nostalgia
Transformación
Los personajes fueron analizados, como personaje singular BALDABIU, el hombre que con una o dos palabras sentenciaba.
“- Cómo es Africa?- le preguntaban.
- Cansa.”
De HERVÉ JONCOUR dijo uno de los lectores: “ A él le pasó lo que le sucede a la mayoría de los hombres, que cuando alguien se fija en ti se te va la olla, aunque sólo sea que a ti te lo parezca, la mayoría de los hombres son vanidosos y actúan de esa manera, se llevan a esa persona en la cabeza a casa”
A HELENE, la esposa enamorada, alguien le achacó falta de pasión y otros la defendieron.
MADAME BLANCHE Y EL NIÑO AL QUE AHORCARON también tuvieron su protagonismo y por supuesto HARA KEI y la mujer misteriosa que lo acompañaba.
La coordinadora planteó si nadie se había parado a pensar que todo había sido un calculado plan del comerciante Hara Kei que le iba poniendo esas trampas a Hervé para garantizarse que el año próximo volviese.
También comentó el grupo aspectos de estructura y forma y las comparaciones con la novela anterior “El penúltimo sueño” fueron inevitables.
Quedaron, como siempre, preguntas en el aire:
¿Qué pretendía el autor con la repetición obsesiva de determinados párrafos?
¿Por qué el viaje de vuelta era más largo que el de ida?
El grupo se despidió con la lectura del cuaderno viajero que esta vez portaba Chari Álvarez, enamorada de “Seda” lectora y conocedora de la obra de Baricco.
Este grupo volverá a reunirse el día 21 de febrero para comentar “Amores contrariados” de Colette.
Un miembro de este club, comenta en su blog lo siguiente:
Leer ‘Seda’, ver ‘El Havre’
http://manololay.com/blog/
Pablo Gil escribe en Rockdelux: "Lo que no parece humanamente posible es concebir algo sin ser consciente de todo este catacrac. Más que nunca, no cantar sobre política es una decisión política".
Esas afirmaciones me acompañan últimamente. En estos días he empezado y acabado la novela Seda, de Alessandro Baricco, primera propuesta del año en mi club de lectura. No me ha llevado mucho tiempo: cuatro desayunos y otras tantas meriendas, un par de ratos de espera -en el cine, y mientras Marcelo daba un paseo con los abuelos-, y poco más.
Seda es una historia de ¿amor?, contada con la precisión literaria de un buen cuento. Una bonita manera de evadirse unas horas (durante y después) y apartarse de los hervores del día a día. Cien páginas para contar una fábula protagonizada por Hervé Joncourt, un aventurero buscador de gusanos de seda.
La mejor forma de explicar qué impresión me ha causado esta novela la he encontrado en la crítica que escribió Franco Chiaravalloti en Revista de Letras:
En definitiva, ¿qué busca un lector en un libro? ¿Un trasfondo ideológico firme, un alarde de retórica, fraseos correctamente concatenados? ¿O una historia bien contada? Es esto y es lo otro. Pero la lectura es también evasión, y si al levantar la vista del libro vemos, al menos por un rato, el mundo un poco diferente, con la tónica de la ficción que acabamos de leer, el libro ha cumplido su cometido.
Así que, estimado lector, si aún no has leído Seda, permíteme una recomendación: arroja los prejuicios lo más lejos que puedas. Olvídate de todo lo que dice este artículo. Desnuda tu mente y déjate llevar. Puesto que es un libro tan corto, construirás tu criterio en tan sólo unas horas. Podrás recordarlo durante semanas u olvidarlo enseguida, podrá llegarte al alma o no. Da igual. Pero al menos, estoy convencido de ello, pasarás un buen rato. Que no es poco.
Recomiendo Seda, y recomiendo El amor en los tiempos del cólera, porque ambas implican evasión y victoria: la victoria de la cultura, que nos hace libres y, en consecuencia, ayuda a la ruptura con la neutralidad y la indiferencia. A ser conscientes del deslumbramiento que supone abstraerse de la miserable realidad que nos rodea, y procurar mantener una actitud consecuente con(tra) eso.
Ser consecuente, siempre, te obliga a elegir. Después de Seda, elegí leer (ya he empezado) La mano invisible, de Isaac Rosa. O tal vez me equivoque: fue la novela la que me eligió a mí.
El fin de semana pasado tuve que elegir entre ir a ver The Artist o El Havre, dos buenas películas (según la crítica y tal). Como no puedo escoger ambas (Marisol y yo vamos al cine por turnos), opté por la segunda, un poco por esa actitud de la que acabo de hablar. Leer Seda es encontrarse con la belleza, y ver El Havre es, como solía afirmar Manolo Benítez Rufo, una forma cultural de ‘machacar esparto’.
No me arrepentí.
No pienses que me decidí por la tristeza (habitual compañera de la realidad). El Havre es (humor +) solidaridad pura, entendida justo en el sentido opuesto a lo que, como si una premonición se encargase de contradecirme, apunté en un post anterior. Para más similitud –con el mismo post-, el personaje principal de la película, Marcel Marx (¡ja, ese apellido delator!) guarda cierta similitud con la decisión de Simone Weill, solo que llevada hasta sus últimas consecuencias.
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