El club de lectura Zenobia se reúne para comentar Lo que me queda por vivir de Elvira Lindo
Fue un final lento, no
el de mi juventud, que he tenido la sensación de disfrutar mucho después, sino
el de aquella mi vejez prematura, el de aquellos años en que, incapaz de
disfrutar del presente, malgastaba el tiempo esperando algo.
Una de las lectoras del club ha resumido este libro como el
viaje interior de una mujer luchadora.
Para la mayoría de los miembros de este club ha sido la primera vez que leen una novela de esta
autora, en esta ocasión nos encontramos con un texto intimista, a veces evocador, casi rayando la nostalgia,
de la infancia “cocina donde se come, se hacen los deberes, se escucha la
radio, una cocina con ese olor que aplaca el hambre y sirve de consuelo” , otras
, abriéndose camino el relato a base de
confesiones íntimas sobre la supervivencia en el Madrid de los ochenta de una
madre joven que trabaja y que ha sido abandonada por el padre del niño con el
que mantiene una relación tóxica de indecisiones y falsas expectativas, -es el
dolor de de la mujer contemporánea-, comenta otra lectora.
Comenzamos hablando de la maternidad y de la culpa que
sienten la mayoría de las madres ante todo lo que les sucede a sus hijos y más
si se encuentran solas. Antonia, la protagonista reconoce que no es como la
mayoría de las madres que esperan a la puerta del colegio, ella viste minifalda
y lleva el pelo pintado de rojo y no se levanta temprano los sábados para que
su hijo no coja frío en el salón mirando solo la televisión.
-Estaba descentrada, comenta otra lectora, cada vez hay más
madres así-.
A una de las lectoras no le ha gustado nada la protagonista,
ni se ha identificado ni entiende algunas formas de actuar de la misma, con
quien sí ha empatizado ha sido con el Jabato protagonista del capítulo “Una
pequeña derrota” que a muchos ha parecido muy bueno.
Pero la maternidad tiene dos caras en la novela, no es sólo
la relación de la protagonista con su hijo, sino la de ella misma con sus
padres de los que va desgranando su historia incluyendo algunas pinceladas de
misterio que nos anticipan algo de lo que va a pasar en otro libro que Elvira
Lindo publicaría después.
-Siempre enfoca los hechos desde el arrepentimiento- comenta
otra persona del club, nos planteamos si el libro, al ser autobiográfico, no habrá
supuesto para la autora algún tipo de terapia.
- las mujeres de esta generación han vivido mucho de esto-
comentaba alguien, - además, generalmente cuando llegas a los cincuenta años es
cuando sueles darte cuenta de la cantidad de cosas que no has hecho, cuando tuve cincuenta años pude
ir a la universidad, era algo que había ido postergando y por fin pude hacerlo-
Algunas mujeres del club confesaron haberse visto
identificadas en algunos momentos, pero ¿es esta una novela de mujeres?
preguntamos al único hombre del grupo que nos contesta que no, si bien reconoce
que – no me ha enganchado, pero está muy bien escrita, me ha gustado ese ir y
venir del pasado al presente, refleja una soledad que ella busca desde niña,
igual que se hijo que en eso se le parece-
La reunión ha estado muy viva y participativa, hemos
repasado muchas escenas y comentado algunas experiencias personales, es de esas
novelas que da pie a ello, nos despedimos hasta el día 15 de diciembre con la
lectura del cuaderno viajero por parte de Pilar y el próximo libro a comentar:
La silla de Elías de Igor Stiks.
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