SUITE FRANÇAISE de Irène Némirovsky



El pasado lunes 13 de mayo nos reunimos para comentar el libro de Suite française de Irène Némirovsky. Capricho del destino o simplemente una serie de causalidades, esta reunión fue adelantada por motivo de mi viaje a Alemania. Debido al cambio de fechas, no pude contar con todos los miembros del club, pero los pocos que asistimos procuramos sacarle todo su jugo a la novela.

Esta novela no es sólo el testimonio, publicado de forma póstuma, de una escritora de origen judío en plena Segunda Guerra Mundial, sino que refleja con hondura humana e inteligencia literaria –fuera de todo sentimentalismo– una sociedad que ha perdido su rumbo. La obra consta de dos partes de las cinco ideadas originariamente (la repentina muerte de la autora en el campo de concentración de Auschwitz no permitieron que vieran la luz). Tempête en juin, la primera parte de Suite française, habla del éxodo de la población antes y después de la ocupación de las tropas alemanas en París. Dolce, la segunda parte, trata de la vida en un pequeño pueblo francés durante la invasión alemana, del colaboracionismo y de las relaciones interpersonales entre franceses y alemanes. Valiéndose de numerosos personajes, la autora dibuja con lucidez y precisión escenas, a veces conmovedoras, otras grotescas, que permiten vislumbrar un desmoronamiento del orden social imperante que dejará paso a una nueva era.

Nada más empezar la reunión, comprobé con satisfacción que a todos nos había gustado el libro. Sin embargo, algunos no llegaron a acabarlo por falta de tiempo. Para que todos supieran de lo que estábamos hablando, hicimos un resumen del libro. Una de las lectoras destacó el estilo fluido y sencillo en el que estaba narrado. ¿Cómo siendo de origen ucraniano, la autora podía tener tal manejo de la lengua francesa? Sencillamente porque fue educada por una institutriz francesa, siendo su lengua madre el francés. En la lectura de algunos pasajes tuvimos muestra de la calidad de su estilo, a veces muy detallista, casi a modo de crónica (pasajes que describían la huida), otras metafórico (capítulo del gato), otras intimista (pasaje sobre las emociones de Lucile Angellier). La autora con visión objetiva muestra la realidad sin intentar darle una explicación. Una de nuestras lectoras planteó: ¿Acaso no es falta de lucidez seguir viviendo en Francia, después de conocer los hechos que ella misma estaba viviendo? ¿Podría salir del país con su familia, eso sería lo más sensato? Al principio de la guerra, seguramente nadie sabía nada acerca de los campos de exterminio. ¿Pero, una persona tan visionaria, que salió huyendo de Rusia con su familia durante la Revolución bolchevique, podría haberse percatado del peligro y salir del país? Unas preguntas que dejan numerosas incógnitas y que nadie sabría contestar.

Incidimos en el análisis de los personajes. Sin ninguna pretensión aleccionadora, los personajes de esta novela, procedentes de todas las clases sociales, luchan por sus vidas revelando su verdadera naturaleza humana. Debido a la presión de las circunstancias, se muestran egoístas, vulgares, miedosos, cobardes, crueles hasta llegar al asesinato, pero también heroicos, solidarios, enamoradizos, dulces y nobles haciéndolos más creíbles. Algunos de nuestros lectores expusieron sus recuerdos infantiles sobre la guerra. Paco habló de la vileza de la naturaleza humana y de la supervivencia. Marie Josèphe, bastante afectada por la lectura de este libro, contó las experiencias de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial en Alsacia (región de Francia situada al este del país, en la frontera con Alemania y Suiza).

Para terminar, me gustaría decir que en mi viaje a Frankfurt pude comprobar que los alemanes son gente estupenda, con principios sólidos y mente abierta. Es verdad que ya no estamos en 1940 y que Frankfurt registra el mayor porcentaje de extranjeros en todo el país. Volviendo al libro, me gustó constatar que Némirovsky no pretende demonizar a los alemanes, ni flagelar al pueblo francés a pesar del colaboracionismo del gobierno de Vichy que la entregó a manos enemigas. Esta novela debe interpretarse como un acto de resistencia contra el fanatismo y la intolerancia, un mal de aquellos tiempos y de estos también.

Mercedes Ruiz Ríos (coordinadora del club de francés).

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