Club Manantial


El beso de la sirena/ Camilleri

REUNIÓN DEL CLUB MANATIAL, 6 de noviembre, 2012


Si se trata de una fábula ¿Dónde está el mensaje?, se preguntaron algunos de los lectores de este relato de Andrea Camilleri ambientado en la imaginaria ciudad de Vigáta a principios del siglo XX.

-Que aceptemos a las personas tal y como son, apuntaba alguien del grupo, “una lección de saber vivir, de ser simplemente feliz” comentaba Manuel, que no pudo venir, en el comentario que nos hizo llegar.

Mientras que algunos manifestaron que la novela los había dejado indiferentes y que era algo poco elaborado y simple, otros se mostraron entusiastas con esta historia de amor entre dos seres distintos que supieron vencer todas las diferencias y dificultades para ser felices en el campo formando una familia rodeados de cosas sencillas.
Hay que dejarse llevar por el cuento y disfrutarlo sin buscarle tres pies al gato, apuntaba una lectora.

No todo el grupo daba crédito a esta historia basada en una leyenda campesina siciliana que cuenta que un campesino se casó con una sirena, ella no podía vivir sin el mar y él, apegado a la tierra, construyó su casa de espaldas al mar porque no quería ni verlo ¿acaso es cierto que los contrarios se atraen? ¿Funcionó esta pareja porque lo extraño era lo normal y cotidiano y así se aceptó?


Alguien habló de la cercanía de lo opuesto, de “la mágica sencillez de los personajes”, del valor de la familia, de disfrutar cada día con lo que tenemos, hablamos incluso de arquitectura y coincidimos en que aquella casa que construyó Gnazio y que iba creciendo según las necesidades de la familia, era difícil de imaginar.

Se plantearon algunas incógnitas que el autor deja en el relato sin resolver.

¿Son las sirenas unas asesinas de hombres?

¿Murieron los dos hermanos o no?

¿Era realmente Maruzza una sirena o es que estaba chiflada?

Se recurrió a la mitología, parece ser que sí que los cantos de sirena tienen por misión seducir a los hombres y apartarlos de su camino y que las sirenas no son esos seres dulces que pintan los cuentos infantiles.

Curro, a pesar de que se resistió a llevarse el cuaderno viajero, demostró sus dotes literarias con un sentido y pensado comentario sobre esta obra y con una hermosa alusión al compañero que recientemente hemos perdido.

Hubo tiempo también para que Ana contase una pequeña historia sobre una sirena que suelen escuchar los niños en Argentina.

Antes de terminar, en una ronda de intervenciones, se habló de los gustos literarios de cada uno y se entregó el nuevo libro a leer: “Alta fidelidad” de Nick Hornby que será el último libro que leamos juntos este año.

El cuaderno viajero se lo llevó Manolo, por decir que le gustaban las novelas con música. La próxima reunión para el 4 de diciembre.

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